domingo, 28 de junio de 2015

Puro teatro



Representación 19 de junio 2015



Ángel Fernández Rodríguez,
profesor de Lengua y Literatura Castellana

               Es fácil suponer que nuestros antepasados echaron mano de todo su ser: de los pies, de las manos, de la expresión de su rostro con que, antes de la lenta adquisición del lenguaje estructurado, transmitirían mensajes por medio de las cualidades del timbre y el volumen. […] Todos ellos formarían [a la postre] parte del lenguaje múltiple del teatro [Oliva 2014].
           
           Al igual que sus antepasados, el chamán de una tribu  despliega, ante quienes requieren sus servicios,  un repertorio heredado de dichos, gestos y aspavientos, todo un ritual con el objeto de curar, en medio de una atmósfera propicia, “ilusionante”: un rito, pero con mucho teatro. Son los mismos recursos que utilizamos en nuestra comunicación para convencer a nuestros interlocutores, haciendo más eficaz nuestro mensaje, porque cada situación exige que representemos un papel diferente, adecuado a nuestro interlocutor.

            Un espectáculo teatral es un complejo hecho comunicativo de escenografía, iluminación, sonido, vestuario; pero también gesto, voz, movimiento.  Por tanto entre teatro y comunicación se da una relación evidente: ambos comparten procedimientos, estrategias comunicativas, que, aunque naturales, exigen un aprendizaje social para su uso correcto en la vida diaria.

            En este sentido, la Enseñanza propone desarrollar estas habilidades comunicativas a través de las Competencias Básicas: Competencia en Comunicación Lingüística, Competencia Social y Ciudadana, Autonomía e Iniciativa Personal. A su consecución contribuye, sin duda, la práctica teatral. No obstante, la práctica teatral, en el aula, es una iniciativa aislada, producto del esfuerzo de unos pocos.

            El teatro, en el marco educativo, se convierte así en una herramienta educativa, cuando menos, interesante y atractiva para el alumnado, por su carácter lúdico. Aunque sus fines son más ambiciosos, de forma general, el teatro en el aula permite al alumnado  ejercitarse en habilidades sociales, proponiéndole  diferentes roles y situaciones comunicativas, similares a los de la vida diaria,  a partir de pequeñas representaciones creadas en este ámbito.

             Entre otras virtudes, el teatro desarrolla la creatividad, generando una sucesión de ideas  que configuran el conjunto del espectáculo; potencia la concentración, por la exigencia de memorizar; refuerza la atención, pues el diálogo obliga a sintetizar desde la escucha atenta; desarrolla la inteligencia emocional para conocer y controlar los estados de ánimo; robustece el compromiso del trabajo en equipo y la asunción de responsabilidades, por la interdependencia de todos los miembros; finalmente, tonifica las relaciones entre alumnado profesorado en el aula fomentando el clima de convivencia necesario para el desarrollo de la actividad académica en general.


            En el fondo, al igual que nuestros antepasados, somos puro teatro.



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